In/Consciente
No sabía lo que se sentía hasta que estuve ahí. No sabía como era, hasta que eso habitaba en mi. Todos te miran diferente, te esquivan, te desvían. Son tan pocos aquellos que permanecen, que se quedan, que te esperan. De pronto te sentís fugitivo estando completamente encerrado. Todos saben qué debes hacer, decir, o sentír, pero nadie como estás de verdad. Es tan fácil estar del otro lado, pero tan complicado ser quien está sentenciado. Sí, es verdad, nadie te condena, o al menos nadie dictó sentencia, pero lo sentís. La culpa te pesa en la espalda, ¿a quienes más condené yo a este pesar?¿Cuanto podría haber evitado? ¿Si lo hubiese sabido antes hubiera cambiado? ¡Cuanta consciencia me faltaba tomar! ¡Cuantas cosas no veía antes! Pero ahora las veo, y me pesan. No solo por mi, sino por todos. Pienso en mi mamá, en mi papá, en mis abuelos, en mi familia. Pienso en mis amigas, en sus amigas, en los desconocidos. Jamás creí que me volvería tan pendiente de un habito tan normalizado como el de respirar. Cuanta importancia tiene decir lo que pensas, lo que te asusta, lo que te duele. Cuanto más se te cruzan por la cabeza todos los asuntos que aún estan pendientes resolver. Y sabes que probablemente vos la libras fácil, pero estas en el mismo lugar de los que no. Es ahí donde te despertas, donde abrís los ojos, donde te conectas con la realidad de las cosas. Es en ese momento en el que querés llenar tus pulmones al máximo, respirar y decir todo esto que antes nisiquiera te hubieras puesto a pensar. Porque no queres despedirte, ni mucho menos querés despedir a uno de los tuyos. Entonces cerras los ojos y empezas a orar, a rezar, a implorar. Que tu consciencia este limpia y que nadie tenga un mal pasar. Te replanteas cada minuto del día a quien tuviste cerca, a quien quisieras ver al salir, qué cosas todavía querés poder hacer, pero lo que más repensas es todo eso que te falta transformar en vos mismo. Algo raro hay dentro de tu cuerpo, nada se siente como siempre, nada se siente normal. Tan consciente como inconsciente. Sin querer avanzar porque el miedo de que algo pueda salir mal mañana te hace disfrutar cada segundo del hoy. ¡Que loco como todo cambia! Lo fácil que era mirar de lejos, estando en la otra vereda. Resulta que no era tan fácil transitarlo, incubarlo, sufrirlo, sobrevivirlo. Queres abrazar a esos que no pudieron, y temes que tu soledad sea tu destino. Al fin y al cabo, a nadie le gusta estar solo. Eso es lo que más te vuelve consciente de lo inconscientes que somos. No nos cuesta nada cuidarnos, a nosotros mismos, a los de al lado, a todos los demás. No nos cuesta tanto encerrarnos unos días, si al volver, van a estar todos. Y no pensas en cuantos días van, sino en cuantos se salvan, en cuantos vos salvaste al no salir. Dejas de ser un inconsciente, para tomar consciencia de la importancia que tiene el aire, la libertad, pero también la responsabilidad.
Me encanta!! Soy tu fan número 1.. nunca dejes de escribir. Dios te dió un don y un talento innegable. No abandones tus sueños nunca! Dios bendiga tu trabajo y cada uno de tus escritos. Te amo ❤️
ResponderBorrarMuchas gracias, no me aparece tu nombre pero por mera suposición sos mi mamá jaja Te amo!
Borrar